viernes, 31 de agosto de 2007

Leyenda de María Lionza


La montaña de Sorte, ubicada cerca de Chivacoa, en el estado Yaracuy, es uno de los lugares más visitados por los peregrinos durante la Semana Santa. Los devotos acuden allí con el fin de hacerle peticiones a María Lionza, las cuales pueden ir desde la cura de enfermedades y la solución de problemas de amor, hasta la obtención de riqueza o poder. Los creyentes eligen un rincón en el bosque o un recodo en el río para construir un altar desde donde invocarla. Usualmente lo decoran con fotografías, figuras y estatuillas, vasos con ron o aguardiente, tabacos, cigarrillos en cruz, flores y frutos. María Lionza, considerada en el mundo del espiritismo la reina de las cuarenta legiones, formadas por diez mil espíritus cada una, es quien preside el altar. Junto a ella se coloca a Guaicaipuro, cacique que luchó valientemente contra los conquistadores españoles en el valle de Caracas y líder de la Corte Indígena; y a Negro Primero, el único negro con rango de oficial en el ejército de Bolívar, quien dirige la Corte Negra. Se le suele representar como una bella señora vestida con un manto azul, plumas de colores y joyas, sentada sobre grandes boas o dantas y acompañada de pumas, jaguares o chivos. La leyenda señala que María Lionza manifiesta su presencia a través de una mariposa azul.Nace una leyenda El culto a María Lionza se remonta al siglo XV, antes de la llegada de los españoles a Venezuela. Para ese entonces, los indígenas que habitaban el territorio que actualmente conforma el estado Yaracuy, veneraban a Yara, diosa de la naturaleza y del amor. La tradición popular la describe como una hermosa mujer de ojos verdes, pestañas largas, amplias caderas y cabello liso adornado por tres flores abiertas. Se dice que olía a orquídeas y era de sonrisa dulce y voz suave. Cuentan que tenía la capacidad de comunicarse con los animales. Según la leyenda, Yara era una princesa indígena, que fue raptada por una enorme anaconda que se enamoró de ella. Cuando los espíritus de la montaña se enteraron de lo sucedido, decidieron castigar a la serpiente haciendo que se hinchara hasta que reventara y muriera. Luego nombraron a Yara dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza y reina del amor. De hecho, hay quienes afirman que el vocablo Yaracuy significa "lugar de Yara". La leyenda de Yara sobrevivió a la conquista española, sufriendo algunas modificaciones. Así fue como tomó el nombre católico de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar; denominación que con el paso del tiempo se convertiría en María de la Onza o María Lionza. En 1953, por mandato del general Marcos Pérez Jiménez, se erigió en la autopista Francisco Fajardo, cerca de la entrada de la Universidad Central de Venezuela, una estatua de María Lionza montada sobre una danta, obra del escultor Alejandro Colina. El culto a María Lionza se ha nutrido de la cultura europea, asiática y africana, conformando un ritual que entremezcla a santos con personajes de la cultura popular venezolana y héroes históricos.

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